El buen pastor es una alegoría bíblica, referida originalmente al Dios Yahvé y más tarde a Jesucristo. Se interpreta que el buen pastor es Dios, que salva a la “oveja descarriada” (el pecador).
El Buen Pastor generalmente va a estar representado con los rasgos de un joven pastor adolescente, aunque en algunos ejemplos aparece barbado, vestido con una túnica, generalmente sin mangas que acaba por encima de las rodillas. Lleva las piernas vendadas y en las manos tiene un bastón, un recipiente para ordeñar o una flauta de pan.
La representación del Buen Pastor comienza a desaparecer aproximadamente en el siglo V, debido a que ya Jesús comienza a representarse de manera más directa, con un rostro definido y no alegóricamente.
En el siglo XX este tema aun tiene vigencia, quizá ya no como una alegoría a Jesús, ni con ese sentido simbólico del cristianismo, sino más bien, para mostrar la capacidad que tiene un hombre de sacrificar su vida por defender y cuidar la de un indefenso.
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