Tiempo Ordinario
Solemne Procesión de
San Francisco de Asís
Parroquia Inmaculado Corazón de María
Zona 12
Guatemala
05 de Octubre de 2014
Alegoría Procesional
San
Francisco en Egipto
Francisco nunca quiso dar la
impresión de que enviaba a los suyos a soportar penalidades mientras él se
quedaba tranquilo en su tierra. por eso decidió ir más allá que ellos y se
embarcó en Ancona, rumbo a Palestina y a Egipto, donde se desarrollaba la Quinta Cruzada.
Las cruzadas empezaron en el año 1095 con la intención de liberar Jerusalén y
los Santos Lugares, pero en tiempos del Santo la verdadera finalidad, en contra
de los deseos de Inocencio III y de Honorio III, ya no era recuperar Jerusalén,
sino conquistar tierras y extender el dominio occidental por todo el
Mediterráneo. De ahí la toma del imperio cristiano bizantino de Constantinopla
(Cuarta Cruzada, 1202-1204) y el asedio de Damieta, en el delta del Nilo
(Quinta Cruzada, 1218-1220), como primer paso para dominar el país de Egipto.
Los cronistas de la época nos han contado con detalle el desarrollo de la
campaña de Egipto y también se hicieron eco de la presencia de San Francisco en
el campamento cristiano, donde asistió a una batalla en la que perdieron la
vida muchos españoles. Su dolor fue grande, porque había avisado de la derrota,
y no fue escuchado. El ejército cruzado se encontraba a las puertas de Damieta,
mientras los musulmanes acampaban al otro lado del Nilo.
Se dirige con su compañero al
campamento egipcio
En una de las escasas treguas entre
los combatientes, a pesar de la resistencia del legado pontificio, el cardenal
español Pelayo Gaytán, que no les quiso dar permiso, aunque tampoco se lo
impidió, Francisco y su compañero fray Iluminado cruzaron el río en barca y se
dirigieron al campamento musulmán. Antes habían rezado el salmo 23: "El
Señor es mi pastor". La vista de unas ovejas le recordó las palabras de
Jesús: "Os envío como ovejas en medio de lobos". Y así fue, pues los
guardias egipcios se abalanzaron sobre ellos como fieras y por poco si los
matan, de no ser porque empezaron a gritar: "¡Sultán! ¡Sultán!. Entonces,
pensando que eran portadores de alguna embajada o que querían hacerse
musulmanes, dejaron de golpearlos y los llevaron ante el rey.
Propone al Sultán una
"ordalía" o prueba del fuego
El Sultán se llamaba Melek el Kamel.
Era ra hijo de Cherf Eddim Melek Moaddam Issa y nieto de Saladino. Francisco le
explicó que no los enviaba nadie, ni querían pasarse al Islám. "Somos
embajadores de nuestro Señor Jesucristo -le dijo- y traemos un mensaje de su
parte, para ti y tu pueblo: que creáis en el Evangelio". También le
explicó que, por el bien de su alma, estaba dispuesto a demostrarle, en presencia
de los sabios de su reino, que su religión era falsa, no con argumentos
bíblicos (pues no creían en las Escrituras), ni racionales (pues la fe está muy
por encima de la razón), sino entrando él y sus jefes religiosos en una gran
hoguera. "Y si me quemo -terminó diciendo- atribúyelo a mis pecados, pero
si no, será señal de que tu religión es falsa, y tú te harás cristiano y
creerás en Cristo, fuerza y sabiduría de Dios y Señor y Salvador de
todos". Al oír esto, algunos jefes religiosos musulmanes allí presentes se
escabulleron enseguida, alarmados, haciendo sonreír al rey, que
respondió: "No puedo hacer esto, mi gente mi mataría a
pedradas". La propuesta de San Francisco puede parecer descabellada, pero
lo que hizo fue aceptar el reto que un día Mahoma, fundador del Islam, lanzó al
obispo y a los cristianos de Nadjam, que acudieron a Medina a rendirle
pleitesía y prefirieron someterse, antes que pasar aquella prueba.
Buenas relaciones entre Francisco y
Melek-el-Kamel
Melek el Kamel ordenó que curasen a
los dos hermanos de las heridas sufridas durante el arresto, y que los
atendiesen con todo respeto, en espera de que acudieran al campamento algunos
de los jefes religiosos más importantes del reino. Francisco y su compañero
pudieron exponer libremente la palabra de Dios a los musulmanes, aunque sin
éxito, pues la mayoría los miraba con hostilidad y desconfianza. No así el
Sultán, que cada día conversaba con él y ponía a prueba su fe y su sabiduría.
"Que venga ese hombre -decía- que parece un verdadero cristiano". Y Francisco
aprovechaba para hablarle de Cristo. Cuando llegaron los jefes islámicos y
conocieron el motivo de la convocatoria se indignaron muchísimo contra el rey y
lo reprendieron porque, en vez de defender la ley contra el adversario, daba
audiencia, imprudentemente, a aquellos infieles, quienes, según la ley, debían
morir decapitados. Pero el rey tranquilizó a Francisco, diciéndole: "Esta
vez iré contra la ley. No seré yo quien condene a muerte a quien viene a salvar
mi alma, a riesgo de su propia vida". Y el santo, viendo que su estancia
allí ya no tenía sentido, pidió permiso para regresar al campamento cristiano.
Entonces el Sultán le ofreció preciosos regalos, mas él no quiso aceptarlos, ni
siquiera para los pobres, pues no se fiaba demasiado de sus intenciones. El
cuerno de marfil tallado que se conserva entre las reliquias de la Basílica de San Francisco
en Asís podría ser el "pasaporte" que, según Ángel Clareno, entregó
el Sultán al Santo para que pudiese recorrer libremente tierras musulmanas. Al
despedirse, el rey le dijo en secreto: "Rezad a Dios para que se digne
manifestarme cuál es la ley y religión que más le agrada.
Hay buenas razones para creer que el
sultán de Egipto quedó fuertemente impresionado por la personalidad del Santo
de Asís. Su vida, desde luego, ya no fue la misma. Y no nos referimos a las
Florecillas, que dicen que recibió el bautismo antes de morir; ni a San
Buenaventura, que dice que desde entonces llevó la fe cristiana impresa en el
corazón. Son los mismos cronistas de la Cruzada los que dan fe del cambio notable
observado en el comportamiento moral del rey. Mateo París, por ejemplo, que
lloró su muerte como una calamidad para los cristianos, dice que se esperaba de
él que recibiera el bautismo. También Juan de Brienne, jefe de la Cruzada, que se hizo
fraile Menor antes de morir y está sepultado en la Basílica de Asís, lloró
de emoción por el buen trato que él y sus tropas recibieron de Melek el Kamel
cuando los cristianos perdieron Damieta y fueron apresados y luego liberados por
las tropas egipcias.
La Cruz Alta
El Estandarte
Cortejo Procesional
Durante el Recorrido
Detalle del Adorno
Mano de la Imagen
San Francisco de Asís
Turno 2014
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